índice

miércoles, 19 de noviembre de 2014

III

Querría reposar mis brazos cansados sobre el pecho de mi padre,
la mejilla golpeada sobre el vientre de mi madre.
Descansar,
por fin,
el alma que llora.
Encontrar la paz entre los labios
que demoran.
Quizás calma...
Quizás paciencia...

Jamás he visto
pájaros más tristes
que los tuyos,
me dicen,
tengo el pecho rojo,
y las alas
largas como mundos.

Que mi cuerpo sigue aquí,
en el mar,
que mi alma ya no busca,
tampoco libertad.
Pasan los días, las semanas y las lunas,
los soles, las personas, las penumbras,
las pieles, los pies, los disimulos...

La gente cambia,
los ojos mueren,
pero yo ya no huyo.

sábado, 25 de octubre de 2014

3

                                        "i can see my baby swingin"

Ella

Estaba en el metro con Celia y su pelo avellana. Se morían de la pereza con tan sólo pensar que se habían pegado un viaje de hora y pico para ver a la americana en Lavapiés. Nada más subir quedaron en el banco de la esquina. Todo estaba lleno de gente de todos los colores. Olía a comida y se oían unos ritmos profundos, de esos que te hacen palpitar. Me parpadea el pecho. Leonie no estaba acostumbrada al ruido, al jaleo. Vieron a Georgine, la saludaron.
"¿Qué hacemos?"

Nos vamos a tomar unas cervezas a algún bar, ¿no?

"¿Queréis ir al techo?" Todavía chapurreaba mal el español.

¿Qué carajo?

"Sí, desde la buhardilla donde vivo se puede trepar"

¿Qué carajo?

Compraron litronas de cerveza y cigarros. Subieron seis pisos de escalones de madera que crujen y te huelen a los 70. Era un edificio estirado y estrambótico. La buhardilla era enana. Se asomó el colombiano loco. 
"¿Van al tejado?"

Solo asintieron.

Él

Lo ultraviolento es vomitar. Lavapiés siempre tiene vida. Era la primera vez que quedaba en un sitio visible en un mapa con la sirena. Ella se retrasaba, él se adelantó. Qué coño, que Dios nos salve del tiempo o que el tiempo nos salve de Dios. 
Vio un perro muerto en la calle. Es absurdo que sea más tolerable un perro muerto que una mujer desnuda.
Marina no llega,
la sirena se retrasa,
qué coño cantará ahora,
qué marineros caerán,
yo no quiero ser un perdido 
de esos.
Sólo una ola más,
que toque su cintura,
su hombro.

Ay, qué será de Leonie se pregunta el lobo. Su cuerpo se tostó al sol y le espolvorearon cacao molido por los hombros, por eso sus pecas son tan deliciosas.

Ello

La noche pinta de mierda, dice el lobo de mar.
La noche va ser la hostia, dice la leona.

La sirena se ha ido a tierra.


sábado, 18 de octubre de 2014

II

"Naciste sin miedo y morirás sin miedo", cuánta razón esconde los dedos que duelen.
Ya no gimo.
Ya no frío.
La disolución del alma se vuelve latente, espesa
disolución,
la disolución.

jueves, 16 de octubre de 2014

2


"we don´t look for heaven and we put first the love"

Él
Llegó al Sixth Station y llegaba tarde a la noche y al concierto de la sirena. Llevaba un vestido de fiesta, ése que conocí la primera vez que conocí su muslo. Tenía el pelo liso, pero hacía locuras con él. Debería odiar a Marina porque ella es de ésas que hablan de una vida que no tienen. Pero joder, qué bien me creí el juego.
Me gusta gustarle a los hombres mayores.
Y lo consigue como pocas veces se consigue. A Marina la vi en el bar de debajo de la casa de Coca. Ese cabrón tenía tatuado a Hendrix. Es impresionante como una niña puede ser tan cruel. Ésa noche no tuvimos sexo. Fue el tonteo de siempre, me pago el vaso y la veo. La miro porque de verdad hay que mirarla. Hay seres que no son humanos porque son más aún. Más animales, pero más sobrenaturales. Como ver un ciervo místico. No sé qué coño tienen sus tobillos, sus hombros, la clavícula, pero me frustro porque no puedo hacerlo mío. Quiero tener su olor y su sabor para siempre.
Pienso en Leonie. Ella lleva pantalones apretados y zapatos inocentes. Marina tacones en los que se ven los empeines. Llenos de marcas y todas de carreras o borracherras. Es sencillamente tan joven y viva... es nervio puro. Leonie es el mar, el cielo, lo que no resalta y se esconde. No puede evitar recordar las veces que la aterrorizó.

Ella

Recordó que la inocencia se ha perdido y el lobo la introdujo en el mundo de la muerte y el arte. Ella no creía en misticismos pero esa mandíbula no era de este mundo y sus mordiscos contagiaban la velocidad.
Vivimos en un mundo donde esperas el tren, pero tú y yo vamos a hacerlo inverso: que el tren nos pierda a nosotros. Eso era jugar sucio, le respondió.
Pero él siempre jugaba sucio.

Ello

Marina esta noche tuvo sexo.
Lobo sangró los nudillos.
La leona tuvo su primer orgasmo.


sábado, 11 de octubre de 2014

I

no soy ésa prolongación que dices. también te miro a los ojos mientras me cago en la puta.
No merezco tatuarme frases de la Biblia si hasta mi madre cree que disfruto haciendo daño. a ella.
"Eres muy cruel".
Yo no vengo con malas intenciones, levanto la ceja mientras la otra me grita. "Ya.."

1

                                                        "I was scared at the pretty guy"

Ella

Tocaban las tres de la mañana cuando Leonie notaba que el lobo se levantaba de su lado. A dónde coño irá. Le dolía demasiado la cabeza como para preguntar o tan siquiera girar la cabeza y cuestionar el sentido que tenían esos locos lunares en la espalda de ese animal. Cono el lobo llevaba durmiendo poco tiempo, quizás algunas noches de semanas salteadas. A veces se levantaban a las tres los dos, a veces ella sola se levantaba con el piar de los pájaros. Escuchó cómo se movían las monedas dentro de los bolsillos del pantalón vaquero que se ponía para irse. Algún día tendría valor para decirle qué. A pesar de haber compartido cama, con lobo jamás tuvo sexo. Le notaba oscuro, era retorcido para ser una historia, demasiado turbio para ser un poema, quizás un cuadro bien hecho y mal entendido.
Siempre antes de salir de la casa de Leonie, el lobo hacía una llamada con el móvil y decía "ya voy". Adónde y quién. Ella era muy joven y todavía se preguntaba cómo coño había llegado a esa situación.

Él

Cada vez le costaba más levantarse a esa hora y más cuando por fin conseguía dormir. Otras noches lobo simplemente se dedicaba a mirar la pausada y tranquila figura de la leona. Era un tierna y fiera bestia bañada en su propia melena. Lo que más le gustaba de Leonie era el hecho de que careciera de vida. O mejor dicho, de ansias de hacerlo explícito. Odiaba a las chicas universitarias que hablaban de los 80 sin haberlos visto, que si los moteros, que si las drogas, que si el rock en bares de mala muerto. Qué coño sabrán ellas. Sonrió de lado con desgana, sin gracia, sólo con sorna y sarcasmo. Agarró los pantalones sin tener cuidado, estaba enfadado. Siempre lo estaba. En su diario escribía:
                                                 
                                             Hay algo dentro de mí que me consume más que el alcohol.

Sus cabreos son los que hacían que no pudiera follar. Ellas le hablaban siempre de casa y niños, de vientres rellenos de vida, él sólo comprendía el idioma de las entrañas. Él sabía que sus pasos eran lentos comparados con la velocidad que tenían sus impulsos y sus vísceras, acabarían con él antes de que pudiera replantearse el tener un piso estable.
Bueno.
Llamó a Marina. Ella era lo opuesto a la leona. Era una sirena. Sabía que a esa hora estaría despierta embaucando a los marineros. Cantaba en el "Sixth Station", un bar que había en tierra de nadie. Marcó el número. Blablablabla. Ya voy.
Miró por última vez esa noche a la leona, su piel color tierra, su enmarañado pelo color avellana, sus pecas marrones, sus ojos color whiskey. Acabaría por devolverle la cordura.

Ella

Acabará por volverme loca.

Ello

El barrio apesta a pis, se oyen truenos.